Reconocer el trabajo bien hecho, es una cuestión básica. Ésta debería ser una tarea evidente sobre la que no tendríamos que detenernos. Pero lamentablemente, lo cierto es que no siempre somos capaces de reconocer, ya no el desempeño cotidiano, sino el esfuerzo, el tiempo o el compromiso adicional que muchos empleados muestran con nuestra organización.
Invertir en las personas es una cuestión clave. Para mejorar su rendimiento y optimizar la eficacia con la que desarrollan su trabajo hay que prestar atención a algunos aspectos que, aún siendo obvios, no siempre se tienen en cuenta.
- Los líderes deben ser inspiradores y predicar con el ejemplo
- Hay que reconocer y recompensar los resultados
- Es importante estructurar el trabajo de manera adecuada
- Hay que apostar por la mejora continua
- Es necesario establecer prácticas sostenibles en el tiempo
El reconocimiento: algo sencillo, con repercusiones incalculables
Asegurarnos que las personas que trabajan en nuestra organización se sienten plenamente reconocidas o apreciadas, es imposible, sencillamente, porque nunca lloverá a gusto de todos, Pero, los managers y directivos, o las áreas de recursos humanos, deberán establecer, al menos, una serie de protocolos que permitan estandarizar el reconocimiento, no sólo de las tareas, sino de las personas, para elevar su nivel de motivación, pero sobre todo, para favorecer un clima positivo en el trabajo.
La atmósfera que rodea el entorno laboral es muy importante para que el ecosistema funcione, La rumorología, los cuchicheos, los comentarios negativos, intoxican y distorsionan una realidad que, aún siendo mejorable, suele estar orientada a la búsqueda del bien común, esto, es: empresa y trabajadores.
Dicho esto, se me ocurren algunos elementos que se deberían tener siempre en cuenta:
- Objetivos claros. A veces el rendimiento de los empleados no es tan bueno como se espera de ellos, porque sus directivos no tienen claro lo que esperan conseguir con su trabajo. Es decir, que frente a grandes cargas de trabajo o prioridades que entran en conflicto, es frecuente caer en la tentación de priorizar la tarea más sencilla o la encomendada por aquel que grita más fuerte. Para contrarrestar este hecho, se necesita claridad en los objetivos generales, saber qué hay que conseguir, cuándo y el impacto que tendrá en la medición del éxito.
- Retroalimentación, feedback o comunicación fluida. La empresa es un entorno en movimiento y, por tanto, en cambio constante. Es obvio también que los objetivos cambian con cierta frecuencia y que la evaluación de objetivos, una vez al año, no es suficiente. La comunicación a diferentes niveles es necesaria para transmitir los cambios de enfoque y también para desarrollar nuevas habilidades que permitan abordarlo. La mayoría de la gente quiere mejorar en su trabajo, busca desarrollar nuevas habilidades y, por supuesto, ser reconocidos por sus superiores. Pero lo cierto, es que no siempre se encuentra la fórmula correcta para favorecer la retroalimentación entre empleados y empleadores. Centrarse en las cosas que se están haciendo bien y en cómo mantener esos niveles de eficiencia, ayudará a las personas a sentirse apreciadas y a seguir mejorando.
- Alimentar el ego. Las redes sociales se han convertido en un gran altavoz a través del cual, alabar los logros obtenidos. El reconocimiento público hace que –en la mayoría de los casos, las personas se sientan apreciadas y constituye un verdadero impulso. Destacar el rendimiento en la publicación corporativa –si la tiene-, o a través de la intranet, o en las reuniones departamentales o incluso, a través de la prensa profesional, son algunos sistemas de concesión que sirven para empoderar al empleado.
- Ser creativo en la recompensa. Volvemos a lo de siempre. El dinero es una de las cosas más importantes. Pero la realidad dice también que, en un mercado tan competitivo como el actual, en el que no siempre es posible ganar la batalla de los salarios, habrá que buscar otras fórmulas de recompensa adicionales. Ya sea en forma de beneficios sociales, lo más flexibles y personalizados posibles, o en formación para mejorar la capacitación y el desarrollo y optar así a nuevas oportunidades de promoción profesional, o en vales de descuento o programas de ocio. Incluso a veces, un gesto tan sencillo como el de llevar pasteles un viernes para desayunar juntos, ayuda.
- Dar las gracias. Probablemente sea ésta, una de las palabras más infrautilizadas en el trabajo. Gracias por quedarte hasta tarde, o por el acuerdo alcanzado con un cliente o proveedor, o por el proyecto presentado. Gracias por las ideas aportadas o por el informe tan detallado que has presentado. Una nota de agradecimiento en el escritorio o un email en la bandeja de entrada hará saber que nos hemos dado cuenta del esfuerzo. Hay que construir una cultura del aprecio y extenderla a todos los niveles de la empresa.
¿Estás revisando tu política de reconocimiento y recompensa? ¿Crees que haces todo lo posible para que tus empleados se sientan apreciados?
Cristina Del Amo
Soy periodista, empresaria, emprendedora y madre. Licenciada en Ciencias de la Información por la Univ. Complutense de Madrid y Máster en Gestión Comercial y Marketing, por la Escuela de Negocios ESIC, mi trayectoria profesional está ligada al entorno de la comunicación, la gestión empresarial y los recursos humanos.