Tanto si te gustan como si las detestas, las tradicionales cenas de empresa vuelven con fuerza esta navidad.
En los dos últimos años, muchas organizaciones limitaron o incluso cancelaron sus celebraciones por culpa del COVID. Sin embargo, y, a pesar de la actual recesión económica, parece que la demanda de locales para fiestas de empresas sigue aumentando. Se ve que la gente está preparada y dispuesta para darlo todo, estas navidades.
Para muchos, la fiesta de fin de año será el momento perfecto para ponerse sus mejores galas. Y celebrar el final de un año frenético. Es una oportunidad para que la gente deje al margen el estrés acumulado durante todo el año. Pero, también puede ser un momento comprometido. Demasiada alegría puede provocar problemas e, incluso, quebraderos de cabeza adicionales para las áreas de RRHH
Cenas de empresa: ¿La peor pesadilla de RRHH?
No estoy diciendo que RRHH sea el “corta-rollos” oficial. Ni mucho menos. La gente de RRHH somos mucho más animada de lo que te imaginas. Y, si alguien se merece celebrar, relajarse y disfrutar de una copa de cava extra, esa es la gente de RRHH. En general, la mayoría querrá disfrutar y contagiarse del espíritu navideño en una fiesta de empresa. Pero, también puede que para otros la cena de empresa sea algo realmente insufrible.
Todos tenemos historias terribles de las cenas de empresa. Cosas que se escapan de las manos. Ya sabes: empleados que le dicen a su jefe lo que realmente piensan de él después de una copa de más. O empleados que se empeñan en coger el coche después de “un par de copas”. La gente se relaja. A veces está bien. Pero, otras veces, no tanto. Un exceso de confianza puede sacar a la superficie problemas que se han ido enconando durante todo el año. En el peor de los casos, pueden producirse peleas, destrozos en los locales o vídeos desafortunados. Y, ya sabemos que los vídeos circulan en las redes sociales como la pólvora.
Estas son las razones por las que la fiesta de empresa puede ser increíblemente estresante para RRHH. Ellos deben mantener la línea entre hacer que todos lo pasen bien, y recordar que una mala salida de tono puede impactar de forma muy negativa sobre la reputación de la empresa. Es más, podría llegar incluso a acarrear consecuencias legales.
RRHH entre la relajación y el control en las cenas de empresa
Los profesionales de RRHH no son los únicos que tienen sentimientos encontrados respecto a la cena de empresa. Estoy convencida de que la mayoría de los directivos piensa que este tipo de celebraciones refuerza los equipos. Pero, eso, a su vez, hace que muchos de estos managers sientan la presión de tener que hacer que la fiesta sea un éxito. Y, por consiguiente, son incapaces de relajarse y pasarlo bien durante la celebración.
Así que, si la comida o cena de empresa no te deja dormir, aquí tienes nuestras cuatro reglas de oro para que todo salga a pedir de boca:
Prepárate
Si no quieres parecer un policía, deberás gestionar las expectativas. Y establecer, previamente, algunas reglas básicas. Por ejemplo:
Si es una comida, ¿la gente deberá volver después al trabajo? Si es así, me imagino que lo último que querrías es que pasara lo contrario. Y encontrarte con un montón de ausencias no autorizadas. Así que deja las cosas bien claras sobre lo que se espera que haga la gente una vez finalizada la comida.
En este sentido, comprueba que las políticas corporativas estén actualizadas. Ya sabes, código de conducta, reclamaciones, medidas disciplinarias, ausencias, etc. Es importante recordar a la gente que hay que seguir respetando las normas y los reglamentos corporativos en lo que respecta al comportamiento, los códigos de conducta o las ausencias no autorizadas.
Si los equipos, además, están en contacto con el cliente, ese día ¿se aplicará el dress code habitual o dejarás que la gente utilice las lentejuelas?
Y, si la comida o la cena de empresa se alarga hasta altas horas de la madrugada, ¿hay flexibilidad de horario para la mañana siguiente? Si tus empleados quieren aprovechar al máximo la noche de fiesta, quizá puedas hacer que empiecen y terminen un poco más tarde la jornada siguiente. O, tal vez, que trabajen algunas horas extra para que luego tengan tiempo libre a su disposición, en caso de que necesiten recuperarse de una noche loca.
Otra cosa importante: ¿ha quedado claro que paga la empresa? Parece una tontería porque si el evento es, en sí mismo, una comida o cena de empresa, parece lógico que sea la organización la que corra con los gastos. Pero, claro, habrá límites, ¿no? Pues, de haberlos, tienen que quedar bien definidos. Y transmitirlos de manera transparente.
Asegúrate de no ser la única persona que difunde estos mensajes. Tómate el tiempo necesario para reunirte previamente con los altos directivos y managers y poneros todos de acuerdo. Estoy convencida de que no querrás que te comparen con Scrooge, ese personaje tacaño y malhumorado que odia la Navidad. Pero, por eso mismo, si todos tienen claro, desde el principio, lo que se espera de ellos y lo que no, es menos probable que surjan los problemas.
Mantén la sensatez
Por muy tentador que sea, quizá no sea una buena idea hacer que los altos directivos o los responsables de RRHH se impregnen en exceso del espíritu navideño. Puede que seas capaz de beber más que tu CEO, pero, créeme, no es el momento de demostrarlo. Si te caes al suelo después de haber tomado demasiados Gyntonics, a la gente le costará después tomarte en serio. Sobre todo, si tienes que imponer disciplina o recriminar a alguien algún comportamiento poco profesional.
Suéltate el pelo en otro momento, cuando puedas celebrar en privado o en un entorno de mayor confianza.
Abre bien los ojos
Durante la celebración, tu misión será repartir alegría festiva. Pero, a la vez, neutralizar sibilinamente los potenciales problemas que puedan surgir.
Tomar unas copas y divertirse es una cosa. Pero si ves que alguien se está acercando a un nivel de embriaguez inaceptable, quizá debas meterlo en un taxi antes de que haga o diga algo de lo que se arrepienta. O, algo de lo que tengas que encargarte tú al día siguiente, como responsable de RRHH.
Lo más prudente es que te quedes hasta que acabe la fiesta -aunque los taxis no lleguen hasta las 2 de la madrugada y estés deseando llegar a casa-. Eso te permitirá seguir el desarrollo de la celebración. Y asegurarte de que todo el mundo se ha marchado sano y salvo.
Recuerda: ¡es una fiesta!
Dejando a un lado las normas y los reglamentos, es importante recordar que las comidas o cenas de empresa son una oportunidad para que los trabajadores -incluidos vosotros mismos- celebren sus logros. Una fiesta bien gestionada es un estímulo importante para reforzar la moral y la lealtad de la plantilla. Y ya sabemos todos, que estos dos factores son vitales para muchas organizaciones, especialmente teniendo en cuenta los retos a los que se enfrentarán los directivos el año que viene…
Así pues, trata de limitar los comentarios sobre el trabajo, céntrate en los aspectos positivos y diviértete.