En un entorno cada vez más cambiante y competitivo, no existen atajos para aquellas organizaciones que buscan impulsar su crecimiento. En HR -casi más que en cualquier otro ámbito- es habitual tener que lidiar con ambientes enrarecidos por las tensiones que inevitablemente surgen entre empresa, directivos y empleados.

Es evidente que, en el futuro, una de las claves sobre las que puede apoyarse Recursos Humanos es en la capacidad que muestre para manejar las diversas situaciones de “estrés” que se presentan en el día a día, ayudando a la organización a analizar a corto y a largo plazo, a gestionar en local y en global, a ser convergente y divergente y a planificar bajo el prisma estratégico, pero también operacional. Es decir, buscar el éxito desde cualquier perspectiva y atendiendo a esta paradoja de la diversidad.

Está claro que impulsar el pensamiento activo y generar debates abiertos, incluso discusiones acaloradas permiten a las organizaciones evolucionar y, evitar el estancamiento que puede provocar, a veces, el miedo que generan los cambios.

En realidad, no estoy diciendo nada nuevo. Los profesionales que trabajan en HR están familiarizados con este enfoque porque ya dedican gran parte de su tiempo tratando de encontrar el equilibrio entre lo que necesita la organización y lo que reclama el empleado. O, acaso, no te suenan conflictos como estos:

  • La propuesta de unificar dos departamentos puede tener todo el sentido para la buena marcha del negocio, pero esa unificación generará despidos, algo que devengará en un impacto negativo sobre el compromiso de los empleados.
  • Un empleado muy valioso, en un papel operativo crítico, permanece de baja por enfermedad durante un largo período de tiempo, y, por mucho que la empresa quiera mostrar su apoyo, es evidente, que su ausencia está teniendo un impacto real en la calidad del servicio que se presta al cliente.
  • La introducción de un nuevo software de gestión de recursos humanos claramente ahorrará a la empresa tiempo y dinero, pero, es obvio que alterará la naturaleza de las funciones de algunos empleados por lo que es seguro, que no lo recibirán de buen grado.

La lista de posibles escenarios en los que recursos humanos tiene que utilizar su capacidad negociadora, es bastante larga. Y, esto hace que, con demasiada frecuencia, esta área se encuentre en la parte baja de las encuestas de popularidad.

Aunque hay algunas personas más habilidosas que otras, está claro que la capacidad para negociar en aguas turbulentas, no es innata. Más bien, se requiere de un conjunto de habilidades específicas que se pueden aprender y desarrollar con el tiempo y la experiencia. A continuación, te propongo algunas ideas que pueden ayudarte a adquirir esas competencias básicas para lidiar con situaciones complejas como las que estamos describiendo:

Enfrentarse a la complejidad cognitiva

Pregúntate si eres capaz de ver aspectos o enfoques diferentes sobre un mismo tema, respetando el punto de vista de otra persona. Para lograrlo, puedes preguntar a otros colegas su opinión sobre qué les parece la apertura a nuevos conceptos e ideas y, por supuesto, cualquier documentación que puedas revisar sobre habilidades de pensamiento crítico, serán de gran utilidad.

Ser socialmente, entrañable

Es un hecho evidente y generalizado, que la gente no se acuerda de HR en Navidad. Discrepar, sin resultar molestos o desagradables, es desde luego, una habilidad que se debe trabajar, para conseguir que la tensión no se contenga, pero que tampoco genere situaciones incómodas. Un nivel alto de habilidades de influencia, pueden ayudarte mucho.  La formación face to face, es, probablemente, la mejor manera de practicar en un entorno seguro, pero si esa opción no es posible, hay publicados algunos libros excelentes que puedes consultar.

Estar socialmente conectado

Para los profesionales de HR es muy importante salir de su burbuja y averiguar, sobre el terreno, qué es lo que está pasando realmente, en primera línea. Hacer un esfuerzo para “poner los pies sobre la tierra”, pasar tiempo con los gerentes y con los empleados de todos los niveles y llegar a comprender cuáles son los verdaderos retos a los que se tienen que enfrentar en el día a día, puede dar una idea clara de donde se está y ayudar a definir la meta y el camino a seguir para alcanzarla.

Desarrollar una perspectiva externa, es también muy importante. Averiguar qué está sucediendo en el entorno o en el sector en el que opera la compañía en la que se trabaja y asegurarse de que se es consciente de los desafíos a los que tendrá que hacer frente la organización en el futuro, tanto en el corto, como en el medio y largo plazo, debe ser también prioritario.

Aceptar la diversidad de pensamiento

Hay que evitar el “pensamiento grupal”, el de la masa, no dejarse llevar por “lo que piensa todo el mundo”, porque así será más fácil navegar con éxito en los conflictos.  Buscar activamente a las personas con pensamientos, formas de actuar y opiniones, diferentes a las propias, puede suponer una fuente extra de conocimiento. Está búsqueda puede provocar el hallazgo de personas que sean expertas en determinadas áreas estratégicas para la organización y, escuchar sus consejos, puede ser de gran utilidad.

Tener una mentalidad de crecimiento

Hay que salir de la zona de confort y experimentar cosas nuevas. Abrazar el riesgo y mirar el fracaso como una oportunidad para aprender. Hay que construir la resiliencia para saber que se puede rebotar e ir más allá de lo que se pensaba inicialmente, incluso, cuando las cosas no salen según lo previsto.

 

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Cristina Del Amo

Soy periodista, empresaria, emprendedora y madre. Licenciada en Ciencias de la Información por la Univ. Complutense de Madrid y Máster en Gestión Comercial y Marketing, por la Escuela de Negocios ESIC, mi trayectoria profesional está ligada al entorno de la comunicación, la gestión empresarial y los recursos humanos.